El branding es el proceso de creación y de gestión de una marca. Desde lo visual a lo textual, es lo que hace a tu firma diferente a otra, mediante sensaciones conscientes e inconscientes.
La marca: un mundo
Cuando hablamos de marca, no nos referimos solo a un logo o a un nombre. Es lo que los demás piensan que es, por más abstracto que suene. Para construir una marca, tenés que pensar tu misión, su historia, sus ventajas y sus valores. En otras palabras, qué impresiones querés dar y qué emociones deseás transmitir.
La marca se construye día a día. No solo la forman sus creadores, sino también la audiencia, quienes trabajan allí y todo aquel que tenga relación con ella. Como se generan sensaciones con tan solo pensar en la marca, es fundamental generar un proceso estudiado y cuidadoso de branding.
El punto de partida en el branding
Desde un inicio, es primordial comprender qué queremos hacer con nuestra marca. Solo de esa manera, podremos entender cómo gestionarla para crecer. De movida, por qué debería existir. Es decir, cuál es el propósito de la firma y qué tenías en mente cuando decidiste entrar a ese mercado.
Una vez que sabemos qué deseamos realizar, es necesario delimitar los valores que buscamos transmitir y los atributos que buscamos alcanzar. De este modo, la marca se humaniza y se delimitan los objetivos. Luego, llega el momento del posicionamiento. Aquí ya debemos saber qué ofrece nuestra empresa y tener claras las metas, como también comprender el mercado y el cliente al que buscamos captar.
Branding es identidad
Mediante el branding, la firma podrá ser reconocible más fácilmente con respecto a la competencia. Al mismo tiempo, se posiciona en el mercado y es más posible conectarse con el cliente ideal. Crea vínculos emocionales y promueve la asociación de ideas.
Los colores no deben ser una elección azarosa, debido a que pueden ayudar en mayor o menor medida lo que deseamos comunicar. Sucede algo similar con la tipografía, que de acuerdo a la fuente primaria y secundaria también van formando rastros de nuestra identidad. El logo es el elemento más distintivo, pero no el único.
En cuanto a lo textual, definir la voz y el tono de la marca es una pieza fundamental en nuestro branding. Debemos revisar a nuestro cliente ideal para encontrar la manera de poder hacerle llegar el mensaje.